Padre de misericordia, hoy nos acercamos a ti con humildad, reconociendo que sin tu gracia nuestros corazones podrían endurecerse como aquellos que, conociendo la verdad, la cambiaron por mentiras. Como Pablo enseñó a los romanos, no queremos avergonzarnos del evangelio, porque sabemos que es tu poder salvador actuando en nosotros y a través de nosotros.

Cuando miramos el mundo que creaste, vemos claramente tu eterno poder y naturaleza divina. Pero Señor, cuántas veces nos distraemos y dejamos de darte gracias. Perdónanos cuando nos enredamos en razonamientos vanos y oscurecemos tu verdad con nuestras excusas.

Te pedimos hoy:

• Por los que están lejos de ti, para que tu Espíritu les revele el camino de regreso
• Por los perseguidos por tu nombre, para que encuentren fortaleza en medio del sufrimiento
• Por nosotros mismos, para que seamos portadores fieles de tu mensaje de amor

Que cada día aprendamos a vivir lo que creemos, demostrando con acciones concretas que el evangelio no es solo palabras, sino poder transformador.

En el nombre de Jesús, amén.